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SINOPSIS
Las grandes cosas provienen de orígenes humildes.
En un pequeño pueblo vivía su adolescencia una joven sin pretensiones que trabajaba para ayudar a mantener a su familia. Al volver a casa un día, le comunicaron su compromiso de matrimonio con un hombre del pueblo. Mientras luchaba con su inminente matrimonio, se encontró con un hecho aún más asombroso: la visita de un ángel que le anunció que llevaría en su seno a un niño que sería el hijo de Dios. Con tan sólo una pregunta y una respuesta, se realizaría la voluntad de Dios. Y así, el mundo cambiaría para siempre.
El pueblo era Nazaret, una pequeña aldea al sur de Séforis, la capital de Galilea. La joven se llamaba María (Keisha Castle-Hughes). Era hija de Joaquín (Shaun Toub) y Ana (Hiam Abbass), un matrimonio pobre que lo único que deseaba era encontrar un marido que cuidara a su hija y que le permitiera llevar una buena vida.
No corrían buenos tiempos en Nazaret. En la pequeña aldea todos los miembros de la familia tenían que trabajar para mantener sus tierras y sus hogares. Cada estación traía nuevas cosechas y cada cosecha venía acompañada de más impuestos para el Rey Herodes (Ciaran Hinds).
Por eso, cuando José (Oscar Isaac) pidió la mano de María, Joaquín y Ana se sintieron satisfechos de que su hija pudiera tener una buena vida. Él había llegado a Nazaret proveniente de Belén y se decía que era un hombre honrado y con buenas posibilidades. Para él, María era la mujer más virtuosa y deseaba que fuera su esposa, por lo que había estado construyendo una casa con sus propias manos para vivir allí con ella.
Poco después de recibir la noticia de su compromiso, el Ángel Gabriel (Alexander Siddig) visitó a María y presagió una profecía: su profecía. Le anunció que Dios la había elegido para dar a luz a un hijo a quien pondría de nombre Jesús, a lo que ella respondió: «Hágase en mí según tu palabra».
El ángel también anunció otro nacimiento milagroso. La prima de María, Isabel (Shoreh Aghdashloo), había sido bendecida por Dios. Estaba encinta a pesar de su avanzada edad y su hijo se llamaría Juan y sería el encargado de preparar a la gente para recibir al hijo de Dios. Al oír la noticia, María se fue inmediatamente a casa de Isabel para estar con ella y presenciar el nacimiento de Juan.
A su regreso a Nazaret, el embarazo de María ya era muy evidente y los murmuros de los vecinos se oían por todo el pueblo. Si José la hubiera acusado, María hubiera sido lapidada. Sin embargo, el ángel se le apareció a José para comunicarle también a él la voluntad de Dios. Y así fue como él creyó. Permaneció junto a María, reconoció al niño como suyo y juró protegerlo con todas sus fuerzas.
Durante el mes de noviembre, el Rey Herodes decretó que se iba a realizar un censo y que cada persona tenía que regresar al lugar donde había nacido. Ese anunció significó grandes cambios para María y José, ya que él tenía que regresar a su hogar de Belén.
Y así fue como comenzó el largo y arriesgado camino de María y José hacia Belén y el nacimiento de Jesús.
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